La sequía y la explotación del acuífero subterráneo con fines agrícolas y turísticos han hecho que sólo una laguna de Doñana, Santa Olalla, conserve un rastro de agua en el Parque Nacional.
Los miles de cuerpos de agua tormentosos están secos, como es su ciclo natural, pero también lo está la otra Laguna Dulce, considerada permanente.